10 jul 2010

0.02%


Hace unos meses tuve que ir de emergencia a la clínica con la cara completamente torcida pensando que me había dado un ACV. Para mi grata sorpresa lo que tenía no era más que una reacción al Primperán que altera completamente los nervios hasta el punto de desfigurarte la cara. Esta extraña reacción le sucede a sólo 2 personas de cada 1000. Para curarte tienen que inyectarte nada menos que una medicina para el Parkinson.

Entrar en estas estadísticas para este tipo de cosas en vez de para ganarte el Kino te hacen pensar. Evidentemente lo primero que se piensa es en cómo demonios sacas un medicamento cuyas reacciones adversas comprende una lista como de 500 síntomas psiquiátricos y nerviosos que de sólo leerlos dan terror.

Pero más allá de eso pienso en ese 0.02%. Mi manera de ser en muchos sentidos ha sido un 0.02%, y es que caer en ciertos convencionalismos aparentes no necesariamente me hace del montón. Mis primeros años de vida fueron el más grande 0.02%. Una niña que parecía sentirse atrapada en un cuerpo más pequeño que no correspondía con la edad que sentía tener, incapaz de divertirse con cualquier tontería mandada a hacer prescisamente para divertir a los niños, léase: piñatas, juegos, payasitas, otros niños para jugar.

Asumir ese 0.02% no fue facil. Y no era facil porque en muchas situaciones no entendía esa suerte de código morse, común a todos los de mi especie, que muchas veces sonaba en perfecto chino para mí. Los antivalores pasan a ser rutina, lo superficial prevalece, el status quo vale oro, el otro ser humano rara vez importa...

Sentirme del 0.02% no es considerarme una hermana de la caridad, bondad infinita y pureza perfecta del alma. No, los 0.02% tenemos muchos muchos errores. Quizás el principal de ellos es no querer entender y juzgar con dureza a ese 99,88% "restante"

Un libro de psicología catalogaría esto como seres perfeccionistas, muy duros consigo mismos, con conductas rígidas y poco tolerantes a conductas ajenas. Pero yo prefiero llamarlo mi particular manera de ser, con todas sus bondades y grandes defectos: 0.02%

8 jul 2010

Carta Abierta a la Incomprensión


A diferencia de ti, no necesito descorchar un vino ni prender un cigarro para buscar inspiración. Con los años me he dado cuenta que la tristeza es definitivamente tu musa inspiradora, en cambio la alegría y el bienestar lo son para mí. Es por eso que me ha costado tanto escribir estas líneas, pero debo hacerlo. Te prohíbo ser el culpable de quitarme el placer de escribir.

En tu afán egoísta de sobreponer tus ideas sobre todo raciocinio te me fuiste escondiendo poco a poco. Yo en mi afán de amor idílico te fui desconcertando peligrosamente. Confundido te ocupaste de empujarme de tu vida con la poderosa arma de los secretos, esa que apuñala por la espalda y no de frente como al menos se esperaría. Confundida pretendí encontrarte, reconocerte y entenderte dentro de una caja en el absurdo espejismo de una foto y un recuerdo. Entre escritos, tragos e infinitas ausencias me dejabas clara tu intención de alejarme a plena consciencia. Entre lágrimas, prejuicios y decepciones me armé de valor para bajar la cabeza y aceptar tu mensaje. Ninguna copa entre amigos ni sabio consejo ajeno me hacía olvidarte. Ninguna de tantas faldas en las que buscaste el cariño soñado lo encontraste. Y no fue sólo con el tiempo, mucho tiempo, cuando finalmente entendimos que en búsqueda de ese imposible idioma en común nos agotamos en el intento. Eso sí, tus ideas vencieron, la victoria es toda tuya.

Esta es mi carta abierta a la incomprensión. Esta es mi forma de decir que simplemente no lo entiendo. Aún así que quede claro que esta carta no busca explicaciones que nunca se dieron, ya para ello venció el tiempo, ya para ello se esperó lo suficiente, ya para ello nunca más sonó el teléfono..
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