24 mar 2012

Búscame

Búscame, ¿lo estás intentando?
No se si esperarte sentada o salir a buscar una cara sin rostro
Búscame, aquí estoy
Llega inesperado, llega con la seguridad del que se dirige a reclamar su pertenencia
No me preguntes, infórmame
Reserva la dulzura para los segundos más íntimos
Deséame
Enséñame cosas que no conozco
Pregúntame sobre lo que no sabes
Disfruta mi cuerpo, contempla mi mente
No me halagues más de lo necesario
Roza mis costados
Búscame
Dime que no fue facil encontrarme, pero encuéntrame
Trátame como si me hubieses conocido desde siempre
Corresponde tus palabras con tus acciones
Llévame hacia ti con fuerza
Búscame,ten la certeza que al encontrarme me quedaré a tu lado.

22 mar 2012

Te explico,

- Así como cuando tu trabajo pone en hold indefinido tus sueños pero hace más orgullosos que nunca a tu familia.
- Así como cuando te propones mil y un veces una lista de cosas necesarias que olvidas al llegar a tu cama.
-Así como cuando no sabes si quieres el pelo largo o corto, amarillo o negro, da igual.
- Así como cuando pasas casi un año sin escribir y de pronto es lo único que quieres hacer.
- Así como cuando te acuerdas lo absurdo que resulta que enamores a unos cuando escribes y auyentes a otros tantos por no tener miedo a ser auténtica
- Así como cuando a veces piensas que hubiera sido más facil haber estudiado educación pre-escolar, trabajar medio tiempo con niños y tener chance de llegar al gimnasio y la peluquería
-Así como crees que perdiste oportunidades que no llegarán más nunca cuando apenas comienzas tu vida.

Bueno, así

Down the aisle

Fue en medio de aquél acto solemne cuando se hundieron todas sus esperanzas. Su voluntad y consentimiento habían sido empujados sin darse cuenta. Se hizo la pregunta antes ignorada que adquiría significado y dependía de su suerte. Su agonía tomaba la forma de una mujer de blanco que avanzaba al altar, elevándose entre espectadores. Se vio cargando su futuro como un yunque en la espalda mientras todos estaban a la espera de un sí.

Veía la sonrisa y el pensamiento de su indeseado público presionar sus movmientos y hacer de su vida una fábula de niños. El vibrar de las campanas se sintió en la Iglesia, su pecho arqueaba buscando aire y acercaba su cabeza y su alma al piso. Ella lo miraba, su consciencia lo escuchaba y sólo dos personas sentadas en el banco de la izquierda sabían lo que pasaba por su mente.

21 mar 2012

Día de visitas

Me desperté con el cielo nublado. Era una de esas mañanas en las que la neblina parece meterse sin permiso dentro de las sabanas, buscando calor en nuestros huesos. Mis ojos no podían volver a cerrarse como lo hubieran hecho años atrás, ya no tenía edad para decidir cuándo y cómo deseaba dormir.

Esperé prácticamente inmóvil a que vinieran a darme los buenos días. Eran estos los minutos que aprovechaba para conversar conmigo misma, aunque cada vez se me iban acabando los temas, se me confundían las historias y borrando las memorias, o al menos eso parecía. No sabía si era mi día de visitas; a decir verdad me costaba recordar la frecuencia de mis encuentros con esa familia tan amable y educada que venía a leerme y enseñarme fotos con una exquisita torta de frutas ¿Será que estamos en Navidad? Como quiera que sea, se ha convertido en mi merienda de las tardes y acompañada con café negro es un manjar de Dioses. Espero que traigan otra cuando regresen. La comida de aquí no es buena, solo disfruto los jugos, pero parecen racionarlos como si esto se tratase de un campo de refugiados.

Clementina debe estar a punto de entrar en silencio y abrir la cortina para enseñarme el clima que ya he vaticinado sin mayor complicación. No se sorprenderá de verme despierta, ya se acostumbró que pese a los reiterados consejos sobre la importancia del sueño y el tilo en las noches, siempre, o al menos por los días que me queden, la recibiré con ojos abiertos y trataré de convencerla que pasé una buena noche.

Como les comentaba, los desayunos suelen ser poco apetitosos. Gracias a Dios, Clementina me consiente y toma sin permiso una ración extra de frutas la cual lleva a mi cuarto valiente y decidida, pero con mucha precaución. Creo que tener tantos años acá me ha hecho acreedora de esos pequeños lujos que resultarían impensables para los recién llegados. Solo como la fruta y dejo lo demás, con el tiempo aprendimos a no discutir más al respecto y optamos por conversar amenamente en las mañanas.

Verán, me tomo todo este tiempo en narrar la forma de comenzar el día porque es la única que mi mente parece recordar con facilidad. El resto de las horas parecieran ser secuestradas por la memoria de alguien más, huyendo de las mías con temor. Me temo que es únicamente en estos ratos a solas, con la lucidez del amanecer, que puedo ir uniendo piezas de un rompecabezas que se muestra imposible de armar.

Así como recuerdo a detalle los desayunos y puedo enumerarles los nombres y dosis de las pastillas que tomo en cada comida, no puedo contarles con mucha precisión el motivo de mi estadía en este lugar. Mis recuerdos de infancia vienen claros, me veo sentada en el regazo de mamá y puedo oler la mezcla de tabaco y cuero del maletín de trabajo de papá. El resto, se me pierde. Creo haberme enamorado, y digo creo porque aunque no puedo visualizar su cara tengo la intuición de haber amado. Son cosas que no pueden explicarse con mucha lógica, pero deben saber que la edad no solo regala sabiduría como suelen decir, sino también desarrolla en uno un instinto que se convierte en nuestros ojos cuando la vista nos falla, y en nuestra memoria cuando vamos perdiendo la consciencia.

Sé que tengo mucho tiempo aquí, he visto entrar y partir a unos cuantos, y aunque no recuerdo sus nombres no olvido la forma en la que me han hecho sentir. Se siente agradable conocer otros seres humanos a esta edad; nunca pensé hablar de reuniones nocturnas y juegos de canasta a los ochenta. Aunque nadie como Clementina. Tiene edad de ser mi nieta y supongo que me he permitido el lujo de quererla como a una, en vista de esta soledad. A ella no pareciera importarle, veo en sus ojos la complicidad de un acuerdo tácito de cariño y calor familiar entre una anciana recluida y una venteañera en la flor de su vida.

Por fin entra Clementina, me abre la cortina y tras darme los buenos días me comenta de la lluvia y el tráfico que enfrentó para llegar. -“Ni la lluvia logra que se le peguen las sábanas” comenta sonriente.

Si supiera cuánto disfruto su compañía en el desayuno. Hoy me comenta de sus exámenes universitarios y de un muchacho que parece ser una conquista por la forma de hablarme de él; me avergüenza preguntarle si es que ya lo ha mencionado antes y procuro asentir sonriente como quien sigue sin obstáculos el hilo de una conversación. Terminamos el desayuno y mi compañía debe marcharse. Se despide pues debe alistarse, ya que más tarde se reunirá con el resto de su familia a comer juntos torta de fruta.

Cuentos de ascensor

Carlos y Alba son empleados del Banco Mercantil con algunos años de servicio. Trabajan en la torre central y jamás se han conocido. Comen a diario a distintas horas y su interacción con el resto de su familia corporativa no los ha llevado si quiera a cruzarse en el camino.

El día de hoy sábado, ambos, por distintas razones habían tomado la decisión de venir a terminar trabajo pendiente. Era casi de noche y casi todo el personal que laboraba ese día ya se había retirado. Se encuentran en la entrada y abordan juntos el ascensor. Alba distraída con su libro no sube la mirada para saludar, Carlos observa el reloj impaciente y no hace el menor caso a su alrededor. Ambos se limitan a cumplir con el mínimo de cordialidad exigida.

-Piso 7 por favor, buenas tardes.

-Con gusto.

Con estas palabras intercambiadas, esas que se dicen sin cuidado un martes en la mañana y se olvidan a los segundos por falta de trascendencia, se cierra la puerta y comienza un trayecto que hará que sus vidas cambien para siempre.A los pocos segundos una vibración fuerte los sacude, se va la luz en el ascensor y se detiene por completo.

Alba sufre de claustrofobia desde que tiene memoria. Su problema no consiste en la incapacidad de permanecer unos segundos en espacios cerrados sino en la imposibilidad física de permanecer en un lugar sin salida, que limite su capacidad de movimiento y desafíe su voluntad de escape. Pocos segundos bastaron para que perdiera el control, gritos, rezos y movimientos desesperados se apoderaron de toda capacidad de raciocinio y autocontrol. Sacó su bombona para el asma y comenzó a pedir ayuda.

- Por favor cálmese, no pasa nada. ¿No puede respirar?

Continúa la agitación

-Le prometo que la voy a sacar pero necesito que se calme. Yo he logrado abrir ascensores. Necesito luz pero mi celular no tiene pila, ¿me permite el suyo?.

Desesperada y sin ver absolutamente nada, Alba comienza a registrar su cartera. La oscuridad es tal que no sabe si quiera si tiene los ojos abiertos o cerrados pues no ve diferencia entre ambas opciones. Comienza a llorar diciendo que no lo encuentra.

Carlos, a quien nunca le ha encantado la debilidad de una mujer y suele desesperarse con sus característicos ataques de malcriadez, sintió el sufrimiento de Alba llegarle al alma acompañado de una profunda necesidad de protegerla.

-¿Me permite ayudarla?

-Sí sí por favor ven y ayúdame, sin pena, aquí está la cartera

Carlos no podía explicar lo que sintió en el momento en que le hablaron sin esa formalidad de desconocido, de tú a tú. Tímidamente intentó acercarse sin tropezarse con ella, sabía lo comprometedor que resultaba la situación: una mujer atrapada a oscuras en un ascensor con un desconocido. Ese voto de confianza que le habían otorgado no podía ser aniquilado con un mal movimiento. Decidió hablarle mientras se acercaba.

-La verdad es que no se ve nada, ¿no debería haber alguna luz de emergencia?

-Eso pensé yo también, ¡pero es que es lógico! ¡no hacen mantenimiento nunca!. El presupuesto se va en lo menos urgente y ahora seguro estamos montados en un aparato que está a punto de caerse y yo no consigo el maldito celular.

-Ustedes las mujeres sí que llevan cosas en la cartera.

Este comentario pareció ser una dosis de calmante. A partir de este momento Alba comenzó a respirar con mayor facilidad y a querer seguir hablando con el desconocido del ascensor que parecía darle el aire que antes le faltaba. El celular nunca apareció, lo había dejado en el carro antes de bajarse. Ante la imposibilidad de Carlos de maniobrar sin luz, decidieron tocar la alarma y esperar tener la suerte que quedara alguien en el edificio que pudiera sacarlos. Mientras esperaban cada uno se sentó recostado de la pared y comenzó una conversación que recordaría cada uno años después.

No se hicieron preguntas sobre su trabajo en el Banco, nunca fue necesario. La conversación comenzó con un intento de Carlos por distraer a Alba y de ahí sin mayores complicaciones pasaron a una amplia gama de temas, desde novelistas favoritos pasando por historia, cine y arte. Gustos culinarios, temores y sueños. Así transcurrió la noche, no durmieron, Alba recostó su cabeza en el hombro de quien había logrado que su mayor miedo se convirtiera en una historia maravillosa. No recordaba la última vez que había reído tanto.

A primera hora de la mañana los trabajadores tempraneros se percataron del encierro y acudieron en su ayuda. Tras un fuerte forcejeo comenzaban a dar con la solución y pronto serían rescatados. La expectativa de verse les agitó el corazón. Al abrir la puerta entró una primera rendija de luz que les incomodó a los ojos. Al lograr abrirlos se contemplaron perplejos por unos segundos, bajaron la mirada a sus respectivas identificaciones “Mantenimiento piso 4”, “Vicepresidencia Ejecutiva”. Cada uno salió del ascensor en silencio a su puesto de trabajo. Nunca coincidieron en el almuerzo.

El extranjero


El extranjero nos sonrió, bajó la mirada y dando vuelta se despidió del reflejo en el que ambos solíamos contemplarlo. No lo invitamos a pasar, preferimos mantenerlo a la distancia bajo la promesa de un encuentro incierto.

El extranjero se aburrió del abismo que nos separaba, se cansó de esperar por nosotros, se marchó triste pues había creido encontrar lo que buscaba.

Ante tus ojos y los míos, cada uno en sus coordenadas pero en un mismo espejo, se nos desvaneció el elemento que nos hizo ser uno. Me cuesta no encontrarlo y saber que al voltear Tú tampoco estarás más.

20 mar 2012

La última vez


-La última vez que la vi era solo una niña, diosa y humana al mismo tiempo, nublando la vista de sus valientes espectadores . Hoy la encuentro hecha mujer, perdida como hada entre tierra de dragones. Hoy maldigo al monstruo que la encerró para siempre.

-La última vez que la vi era solo una niña, sus pequeñas manos se perdían en las mías. Mi barba le hacía cosquillas, y disfrutaba verla reir. Hoy, mi niña, pasó de prisa a mi lado sin reconocerme.

-“ La última vez que la vi era solo una niña.”
“ La reconocerías si la encuentras?”
“ Puede ser, aunque quizás haya estado siempre a su lado.”

4 mar 2012

De cartas a un joven poeta


"Pregunta usted si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Antes ha preguntado a otros. Lo envía usted a revistas. Los compara con otros poemas, y se intranquiliza cuando ciertas redacciones rechazan sus intentos. Ahora bien (puesto que usted me ha permitido aconsejarle), le ruego que abandone todo esto. Mire usted hacia afuera, y eso, sobre todo, no debería hacerlo ahora. Nadie puede aconsejarle ni ayudarle, nadie. Hay solo un único medio, entre en usted. Examine ese fundamento que usted llama escribir; ponga a prueba si extiende sus raíces hasta el lugar más profundo de su corazón; reconozca si se moriría usted si se le privara de escribir. Esto, sobretodo, pregúntese en la hora más silenciosa de su noche: debo escribir?

Excave en sí mismo, en busca de una respuesta profunda. Y si esta hubiera de ser de asentimiento, si hubiera usted de enfrentarse a esta grave pregunta con un enérgico y sencillo debo entonces construya su vida según esa necesidad: su vida, entrando hasta su hora más y pequeña, debe ser un signo y testimonio de ese impulso . Entonces, aproxímese a la naturaleza. Entonces, intente como el primer hombre, decir lo que ve y lo que experimenta y ama y pierde. No escriba poesías de amor; apártese ante todo de esas formas que son demasiado corrientes y habituales: son las más difíciles, porque hace falta una gran fuerza madura para dar algo propio donde se establecen en las multitudes tradiciones buenas y, en parte, brillantes. Por eso, sálvese de los temas generales y vuélvase a los que ofrece su propia vida cotidiana: describa sus melancolías y deseos, los pensamientos fugaces y la fe en alguna belleza; descríbalo todo con sinceridad interior, tranquila, humilde, y use, para expresarlo, las cosas de su ambiente, las imágenes de sus sueños y los objetos de su recuerdo.

Si su vida cotidiana le parece pobre, no se queje de ella; quéjese de usted mismo, dígase que no es bastante poeta como para conjurar sus riquezas: pues para los creadores no hay pobreza ni lograr pobre e indiferente. Y aunque estuviera usted en una cárcel cuyas paredes no dejaran llegar a sus sentidos ninguno de los rumores del mundo, ¿no seguiría teniendo siempre su infancia, esa riqueza preciosa, regia, el tesoro de los recuerdos? Vuelva ahí su atención. Intente emerger las sumergidas sensaciones de ese ancho pasado; su personalidad se consolidará su soledad se ensanchará y se hará una estancia en penumbra, en que se oye pasar de largo, a lo lejos, el estrépito de los demás. Y si de ese giro hacia adentro, de esa sumersión en el mundo propio brotan versos, no se le ocurra a usted preguntar a nadie si son buenos versos. Tampoco hará intentos de interesar a las revistas por esos trabajos, pues verá en ellos su amada propiedad natural, un trozo y una voz de su vida.

Una obra de arte es buena cuando brota de la necesidad. En esa índole de su origen esta su juicio: no hay otro. Por eso, mi distinguido amigo, no sabría darle más consejo que éste: entrar en sí mismo y examinar las profundidades de que brota su vida: en ese manantial encontrará usted la respuesta a la pregunta de si debe crear"

Cartas a un joven poeta
-Rainer Maria Rilke

Y si piden descripción


Eres una persona de pocos amigos, siempre cayendo antipática ante los demás y ¡vaya penas que sabes hacerme pasar!. Escoges minuciosamente las escasas personas que forman parte de tu mundo e ignoras olímpicamente al resto sin mayor dificultad. Das la vida y entregas tu alma sin pensarlo por los pocos afortunados que seleccionas. Aparentas exigir poco pero en el fondo esperas más de lo que me atrevo a imaginar. Me da miedo deberte tanto.

Eres frágil aunque aparentas fortaleza de gigantes. Coraza humanizada, almeja de emociones. Sé que sientes aunque no lo admitas, sé que quieres llorar, sé que quieres gritar cuando eres feliz, no sé por qué no te atreves a hacerlo, al menos no delante de mí. Te sientes responsable de mi felicidad hasta el absurdo extremo de sacrificar la tuya y entregarla al vacío por completo.

A veces no quiero que me quieras tanto, a veces quiero que aprendas a dejarme ir y por primera vez te dejes ir a ti misma.

En dos líneas

Hoy me hace feliz tenerte aunque no te tengo.

Hoy no quiero entender , solo quiero sentir lo que siento.
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