10 ene 2013
Sí, tú
Prueba con distintos géneros pero sin caer en escribir cualquier idiotez superficial. Arriésgate a olvidarte de la estructura y permítete el placer pecaminoso de las líneas sin perfecta coherencia. Invítale un trago al fantasma que te toca la puerta apenas tomas el bolígrafo en la mano.
"Arriésgate, juega, porque al final es un juego". Recuerda la frustración de no haber podido gritarlo y tener que escribirlo en el recuadro de la agenda en donde otras solo pegaron calcomanías.
Despójate del pudor y la elegancia que no estás en la mesa, sé inédita, di lo que muchos no se atreven a decir, sonríele a las críticas. Deja la estupidez. Escribe.
9 ene 2013
Cuentos de sala de espera antes de mis 25 #5: Entre globos del deseo, cupcakes y paracaídas
Nunca, y cuando digo nunca lo digo en serio, pensé que podría ver tantos globos del deseo flotando en el aire un 31 de diciembre cuando el año anterior más de la mitad de las personas que los lanzaron probablemente no habían visto uno en su vida. Todo ello sin olvidar que semanas atrás fue prohibido su uso por los bomberos de Caracas, la tierra de lo posible.
La foto de perfil de facebook encendiendo el globo no podía faltar el primero de enero. Esta pasó a sustir la foto del lanzamiento en paracaídas del 2011 y la del logo de la empresa de cupcakes y/o trajebaños “porque yo soy emprendedor”.
Cuando algo se pone de moda en Caracas, se pone de moda. Sí, se que no es solo Caracas (y que por algo por alguna razón en la vida que imagino nunca entenderé, el video de Gangnam Style tuvo más vistas ese año que habitantes un país), pero hay algo particular con esta ciudad que no deja de sorprenderme. Pareciera que se tratase de una regla no escrita entre nosotros, y que las redes sociales son el medio a través de cual observamos cuál es el siguiente paso a seguir.
Me cuesta escribir sobre este tema sin dar ejemplos con los cuales mis lectores o incluso yo misma no me sienta aludida, porque sin duda yo también he caído en uno que otro reloj de moda, foto típica de instagram (eso sí, nunca la del piso de Maiquetía), canción del momento o lugar de moda. El tema no es convertirse en un hater que se esconda detrás de un mechón de pelo largo y lentes hipster mientras nos dedicamos a escribir en contra de los cánones impuestos (ignorando que simplemente cambiamos de patrón), lo que se propone es analizar si verdaderamente lo que decidimos seguir se adecua a quienes somos.
Conservemos la individualidad, que se lance en paracaídas el que realmente lo haya querido desde siempre, el que tenga vocación emprendedora que sepa que puede innovar saliendo de los cupcakes y trajes de baño, es mi deseo para el 2013, que orgullosamente puedo decir no mandé en un globo.
8 ene 2013
Cuentos de sala de espera antes de mis 25 #4: Mujer al volante
Quiero comenzar esta reflexión con la firme intención de desmitificar el paradigma de todo hombre de que la mujer venezolana no sabe manejar. Cada vez que me estaciono en paralelo en un espacio pequeño sin mayor dificultad, me siento segura de mí misma al defender esta idea. El problema es que justo al bajarme del carro veo a una mamá al volante, en una de esas van de hacer poul más largas que un autobús escolar, completamente atorada en el estacionamiento, adelantando y retrocediendo infructuosamente mientras unas cuantas personas se detienen a ver el espectáculo. Instantáneamente se cae por completo mi teoría y cabizbaja me resigno a no defender con tanta pasión al cromosoma XX.
Está bien, lo acepto, no todas las mujeres nacieron con el don de manejar. También acepto los estudios científicos sobre las habilidades espaciales, mucho más desarrolladas en los hombres que en las mujeres, que les son útiles a la hora de presumir sobre su manejo.
Debo comenzar por aclarar que decir que manejo bien es relativo. Debo decir pues que manejo muy bien un carro automático. Nunca aprendí a manejar sincrónico porque mis padres no consideraron necesario que su pobre hija tuviera que pasar por la tortura de un cloche en una cola caraqueña. Agradezco la noble intención pero el resultado es que a la hora de ser acompañante de una persona que se pasó de tragos y tiene un carro sincrínico no puedo intentar salvar mi vida ofreciéndome a manejar (encontrarán la respuesta en el post anterior sobre hijos únicos)
Mi únicos infortunios al volante constan en haber explotado dos cauchos por montar accidentalmente el carro en una acera, y un pequeño rayón contra una pared en el estacionamiento de Mc Donald´s que se quitó con echarle un poco de Coca-Cola. Esto comparado a la compañera de clases que se llevó por delante con el carro la dispensadora de tickets en el estacionamiento de Galerías Prados del Este, suena bastante aceptable.
Uno pensaría que las constantes colas citadinas reducen considerablemente el riesgo de accidentes. El problema es que la mujer se las ingeniará para convertir una cola con el carro completamente detenido con freno de mano arriba en una situación de potencial riesgo. Es en estos momentos donde consideramos apropiado maquillarnos, ponernos crema corporal humectante, abrir el Código Civil para estudiar para el examen, y hasta ¿por qué no? terminar la maqueta de palillos de arquitectura que llevamos incompleta a clases por falta de tiempo. Mágicamente hemos hecho posible un choque múltiple de 5 carros en la cola de El Cafetal a las 7:45am.
Manejar en Caracas no es facil; ser mujer y tener que manejar en Caracas, menos. Considérome afortunada y bendecida de decir que aún no he sido asaltada en la autopista por el celular. Esto no implica que no haya pasado los sustos respectivos cuando se pasa por al lado de un funeral de motorizados, momento en el cual uno dice sus últimas palabras y se dispone a saltar del vehículo en el minuto apropiado.
Si manejamos solas de noche somos diferentes, parecemos recobrar la confianza perdida en el día. Fitipaldi juega carritos al lado de nosotras. No hay hueco en la calle que justifique bajar la velocidad, aunque ello implique que dejemos el motor en el camino al pasar sobre él. De noche hay menos monotirzados y sin duda alguna menos transeúntes, esto implica que se reduce considerablemente la posibilidad de atropellar a alguien lo cual nos da confianza de ser las pilotos que soñamos y nunca lograremos ser. Llegamos en 5,7 minutos a un lugar al que usualmente nos tomaría 40. Un sueño hecho realidad.
Ser mujer y estar sola al volante tiene sus riesgos mucho mayores a llevarse por delante la dispensadora de tickets o explotar los cauchos. Para las que no tenemos el novio predilecto que nos busque y deje en la puerta de nuestras casas a la hora solicitada, la situación se torna aún más complicada. A los 24 años llegué a la lamentable conclusión de que no importa si llegue a los 40 y siga viviendo con mis padres, tendré una hora de llegada siempre que maneje sola. Para las niñas, adolescentes o mujeres hechas y derechas que se sientan identificadas con esto: comprender que el problema no es la edad sino la situación del país es el primer paso. Lograremos superarlo, un día a la vez.
Pedir colas se ha convertido en todo un arte y habilidad adquirida de la mujer soltera. Así uno viva en Sabaneta del Hatillo, desarrollará con el tiempo el don de pedir elegante y elocuazmente la cola en una reunión en Altamira, como si de un favor trivial se tratase. De lo contrario, estamos condenadas a vivir permanentemente encerradas en nuestras casas con el mayor puntaje en los juegos de Faecebook entre nuestros conocidos. A los hombres que lean estas líneas y se sientan identificados con el roll de chofer que ejercen después de las 10 de la noche, estas palabras son en honor a ustedes. Sabemos que no solo se trata de dejar a la novia en su casa, se trata de buscar y dejar a las amigas de la novia en sus respectivos hogares, sin importar si una de ellas es de hecho la del ejemplo de Sabaneta del Hatillo.
Esta es la realidad de las incomprendidas mujeres venezolanas al volante. No me adentro en el tema de la ubicación y las direcciones porque ahí me vería forzada a incluirme dentro del prototipo. Sí, acepto un GPS de cumpleaños, gracias.
En todo caso, de cada una de nosotras individualmente dependerá la misión de mejorar nuestra terrible fama en cualquier situación de manejo: una acción más y un choque menos por vez. En aras de cumplir este sueño dejo el siguiente mensaje: sepan señoras madres y representantes que no es necesario comprar una van de diescicies puestos, ud verá como los hijos sí caben inténtelo. Este será el primer paso para una mejor vida y una esperanza para el bienestar del tránsito en Venezuela.
7 ene 2013
Cuentos de sala de espera antes de mis 25 #3: Derribando el cliché del hijo único
Son muy escasas las familias que deciden tener un solo hijo de forma voluntaria. En la concepción de familia siempre existe la figura de los hermanos para pelearse por el control remoto de la televisión. Un hermano es el aliado ideal para conspirar contra el mundo, la víctima perfecta para probar si es seguro lanzar a alguien por la escalera sobre un pedazo de cartón, la persona indicada para robarle la merienda y sobornar para que nos ayude con la tarea a cambio de mantener un secreto.
Si este elemento falta hay algo que parece estar incompleto en la ecuación. Las razones para tener un solo hijo son diversas, y pueden ir desde planificación familiar hasta problemas económicos o de concepción.
Los hijos únicos han sido objeto de diversos estudios psicológicos y son muchas las conclusiones a las que se han llegado, aunque todas parecen apuntar a una misma dirección: son víctimas de excesiva sobreprotección, presentan problemas de socialización, apego excesivo a los padres, maduración tardía, entre muchos otros.
La intención de esta refelxión no es disuadir a ninguna familia de tener un solo hijo. Como todo en la vida, esto también tiene aspectos positivos y negativos más allá de los clichés, y como buena hija única puedo hablarles exhaustivamente de ambos. La intención es contar una historia, una historia que puede ser aplicada a todo único hijo en la familia y se pueda quizás ayudar a entender la dinámica. Sí, somos especiales, sí, queremos que nuestras historias sean contadas.
La típica boleta de pre-escolar de un hijo único hace alusión al amplio vocabulario que maneja y a las sorprendentes habilidades intelectuales que posee, pero muestra preocupación por su incapacidad de compartir un juguete, de la interacción que se espera en la hora de recreo. Esto se debe a la cantidad de tiempo que pasamos con nuestros padres, con adultos en general, y al trato que recibimos como consecuencia de ello. Esto por supuesto amplía nuestras posibilidades de desarrollar un rico vocabulario a muy temprana edad, y por lo general, al recibir toda la atención para nosotros, desarrollamos capacidades cognitivas que resaltan en un salón de clases. Solemos ser los primeros en aprender a leer pero los últimos en aprender a amarrarnos los zapatos solos.
Un hijo único sabe pasar tiempo solo. Es así como desarrolla interés por la lectura o alguna otra actividad que no requiera participación de otro ser humano. Un hijo único no siempre sabe qué hacer cuando le regalan un juego de mesa en Navidad, ve el regalo con cierta cautela y procede a retomar su libro preguntándose en qué demonios pensaba la Tía Luisa al regalarle algo con lo cual no se pudiera entretener solo.
Crecemos a un ritmo distinto, en unos casos nos sentimos muchos mayores, con la capacidad de comprender y plantearnos situaciones que se escapan de las preocupaciones de nuestros amigos. En otros, nos quieren cuidar tanto que nos hacen parecer más pequeños que nuestros compañeros y en la medida en que eso se haga evidente invariablemente nos va a afectar. Es una dualidad con la que tenemos que vivir en toda nuestra fase de desarrollo, y que quizás puede acompañarnos por el resto de la vida.
La relación con nuestros padres es distinta. Intentamos desde pequeños conseguir en ellos la camaradería que observamos entre hermanos, lo cual se dificulta siempre que exista una relación de subordinación y el deber de educar de por medio. Darnos cuenta que ese es un roll que ellos no pueden ejercer es un momento difícil para todo hijo único. Una vez que lo comprendemos podemos volvernos muy cercanos a nuestros padres, esto sin duda, no tiene precio.
Crecemos buenos y sanos, no hay ningun trauma de por
medio, no hay que comprar un libro de Paulo Coelho ni un “Hijo único for Dummies” que tenga la respuesta a este problema. Somos un tanto distintos y por eso necesitamos paciencia. Inevitablemente seremos más malcriados de pequeños, pero con una buena educación, esfuerzo y paciencia por parte de nuestros padres y nuestros seres queridos podemos ser excelentes niños, adolescentes y adultos.
Los amigos son para nosotros una pieza clave en nuestras vidas. Queremos que ellos llenen el vacío de una relación entre hermanos. En la medida en que vamos creciendo le damos un peso inigualable a la amistad, la cultivamos, la cuidamos. Quien tenga una amistad con un hijo único puede asegurar que ha conseguido un verdadero tesoro. Queremos a nuestros mejores amigos en nuestras vidas, que formen parte de las trivialidades del día a día y nos ayuden en las situaciones más dificiles. No queremos sentirnos solos.
Así somos, así funcionamos. Nos la hemos ingeniado para igual pelear por el control remoto, para jugar, compartir, reir confiar, y para saber por sobre todas las cosas que en los momentos difíciles tenemos no uno, sino unos cuantos hermanos que estarán ahí para tendernos una mano.
6 ene 2013
Cuentos de sala de espera antes de mis 25 #2: Crónicas de peluquería
Una visita en una peluquería en Caracas es algo digno de un estudio serio de investigación y análisis. Si algún estudiante en el área de sociología estuviese por alguna casualidad leyendo esto y aún no ha considerado sobre qué hacer su próximo trabajo de campo, sus problemas han terminado. No importa el tamaño, precio, locación, presencia o no del peluquero que canta y baila Thalía mientras seca el pelo, y demás variables, se mantendrá el patrón conductual de las clientas y podrán obtenerse resultados similares en las variables independientes.
Lo primero que llama la atención al ingresar a (inserte aquí su pelquería de preferencia en Caracas) es la escasa atención con la que uno es recibido por la recepcionista de turno. El videoclip que se observa en las diversas pantallas planas de Htv captan por completo la atención de la persona encargada de brindarnos la mejor y más amable atención, por haber escogido su peluquería frente a las 35 opciones en el mismo centro comercial.
Y es que cada centro comercial tiene más peluquerías que cualquier otro servicio. Podemos encontrar incluso centros comerciales sin farmacias, pero nunca sin peluquerías. Cuando vemos un local en remodelación con un letrero que anuncia una nueva peluquería pensamos que está destinada al fracaso por haber tantas otras, solo para darnos cuenta al mes siguiente de la excelente idea de negocio que resultó. Las prioridades de gasto en el país parecen estar claras, pero sobre ello creo que se ha escrito bastante.
Sin mucho esfuerzo y en poco tiempo uno es direccionado al área de lavado de pelo, sin tener la menor idea de cuándo y por quien será atendido. Es ahí donde uno mismo debe sacar un estimado de tiempo, y si nos sentimos aventurados (o aburridos), podemos hacer cálculos de probabilidad para determinar el porcentaje de chance de que nos toque el peluquero/a que nos gusta. Para ello debemos calcular el número de clientes que están siendo atendidos, restarle el número de manicuristas que voluntariamente deciden tomar su hora libre y abandonar su puesto de trabajo, dividirlo entre el número de niños corriendo alaeatoramente en la peluquería, y sumarle la cantidad de Blackberries que caen accidentalmente en el agua. El cálculo no falla.
Una vez atendido uno recupera las esperanzas en la humanidad, toma su revista y se dispone a relajarse. Es aquí cuando salen a relucir las conversaciones de las personas que tenemos a nuestro alrededor que, debido al ruido, deben hablar en un tono de voz tal que todos nos enteremos de lo que cada uno tiene que decir. Al principio cuesta descifrar entre conversaciones, es tarea de todo un veterano poder separar cada una y aislar el sonido de los secadores y Pitbull de fondo para escuchar algo más que un caos indefinido.
Existen temas recurrentes, que no importa la fecha, permanecerán con absoluta vigencia ayer hoy y siempre:
• Aló Ciudadano: Este es el tema favorito de las señoras en una peluquería. Comentan entre ellas el episodio anterior, como si de una novela se tratase, para demostrar que están al día con todo lo sucedido. El problema radica en que de alguna manera termina siendo igual de importante el nuevo proyecto de ley comentado la noche anterior como la terrible combinación de ropa y accesorios que escogió Sheina Chang. Lo mismo sucede con Buenas Noches pasando a tomar mayor relevancia el atuendo y la montura de lentes de Carla Angola que el contenido de la entrevista realizada a Manuel Caballero.
• Anécdotas familiares sorprendentemente personales: Es bien sabido que a la mujer venezolana le gusta atenderse con la misma manicurista, depiladora, peluquera. Un arte que aún desconozco cómo pueden lograr dada la cantidad de personas y lo dificil que resulta pedir cita en una peluquería. Aún así, entre la confianza y camaradería que solo se cultiva en años de relación entre una clienta y su peluquera, la intimidad de los cuentos sobrepasa todo límite racional. Se revelan secretos familiares, infidelidades, traiciones, enfermedades y tragedias. Las historias de todo lo sucedido en los viajes de verano tampoco puede faltar.
• Tráfico en Caracas: Si bien es innegable que este es un tema delicado en nuestra ciudad que verdaderamente afecta nuestra calidad de vida, a veces sorprende no solo la recurrencia sino la duración con la que una persona puede pasar quejándose del mismo. Escuchar por unos cinco minutos como el choque en la Francisco de Miranda retrasó una cita de trabajo importante es completamente natural, el problema está en que esto se torna magicamente en una competencia de quién ha estado en la mayor tranca, quién ha visto el choque múltiple más impresionante, y quién tuvo que permanecer más tiempo en el carro con el aire apagado para que no se recalentara. Este recordatorio del tráfico citadino dificilmente puede compaginarse con el aura de tranquilidad que uno busca al entrar a una peluquería.
• Operaciones estéticas: La peluquería resulta el escenario perfecto para hacer alusión a la belleza. Como toda conversación femenina, que comienza con aires de trivialidad y termina convirtiéndose en una férrea competencia, las operaciones estéticas no pueden faltar. Llama la atención de que en vez de querer esconder estas operaciones quirúrgicas e intentar aparentar naturalidad en los atributos físicos, aparentemente gana quien haya ingresado más veces al quirófano. Las recomendaciones de médicos e intercambio de tarjetas de contacto son idóneas para este momento.
Por último, en aras de completar nuestro informe, no podemos dejar de mencionar situaciones recurrentes que se mantienen en las peluquerías, tal y como he señalado anteriormente, sin importar de cuál se trate.
• Infante menor de 8 años en manicure y pedicure: Recientemente ha explotado el boom de peluquerías para niñas que deberían estar preocupándose por jugar con muñecas. Se han abierto incluso una serie de peluquerías especiales para niñas donde lo último que hacen es cortarles el pelo. La escarcha, la pintura de uñas morada y los peinados de trenzas más complejos alguna ves vistos por el hombre decoran las paredes del local en fotos. Las niñas se ven forzadas a preocuparse por su apariencia física y el crecimiento de cutícula antes de aprender a multiplicar. Podemos verlas acompañando a sus madres en la “peluquería de grandes” y siendo debidamente atendidas por una manicurista mientras su pelo es secado cuidadosamente. Suponemos que la criatura no llegará jamás a jugar con plastilina ni correrá para no arruinarse el secado.
• Fracaso en peinado adolescente: No importa qué día asistamos a la peluquería, siempre habrá alguien que esté ahí por una graduación, matrimonio u ocasión afín que requiera un peinado más formal. Es aquí donde observamos a una adolescente al borde del llanto mirandose melancólicamente al espejo mientras la peluquera, ignorando la existencia de cualquier problema, rocía sonriente litros de laca mientras observa complacida el acabado de su más reciente obra de arte.
• Señora que llega con regalos para todo el personal: No puede faltar la señora de edad comprendida entre 40 y 60 años, pelo usualmente amarillo-Barbie que es la mejor amiga de todo el personal. Al llegar de viaje trae regalitos y los reparte pública y ruidosamente entre todas, como si se tratase de dejar claro quién es ella en la peluquería. Por supuesto se sabe el nombre y apellido de todas y cada una de las peluqueras así como el de sus hijos para quienes también trae un regalo. A todos nos queda claro que ella es la favorita, misión cumplida.
Esta es la dinámica de las peluquerías en Caracas. Un mundo caótico que a pesar de sus excentricidades y locuras es capaz de hacernos olvidar un mal día. El lugar predilecto que nos espera con una revista y una tasa de té caliente de donde sabemos que saldremos sintiéndonos como queremos: bellas y felices.
Cuentos de sala de espera antes de mis 25 #1: Otra venezolana recién graduada y en cola
Durante cinco maravillosos años nuestra vida fue una montaña rusa de emociones, estudio, hojas de folio y RedBull. Fueron alrededor de cinco años en los que nos sentimos miserables, víctimas de una incomprendida miseria humana llamada resposabilidad de estudio y al mismo tiempo dueños y señores del universo (esto último probablemente con examen bien calificado en mano antes de salir a unas cortas vacaciones en la playa)
Cinco años que pasan en un abrir y cerrar de ojos, y sin que nos lo pregunten, sin que podamos digerirlo, sin tener chance si quiera de acostumbrarnos al paseo en la susodicha montaña rusa, nos encontramos confundidos viendo al infinito con carpeta manila en mano haciendo cola para registrar nuestro acto de grado.
Graduarse en Venezuela es asunto serio. Si Ud pasó Física 4, Termodinámica o Contratación a la primera y con buenas notas, no se confíe. Falta que pase por la burocracia venezolana, código de asignatura IYCAP (Impredecible Y Complicada A Propósito), un verdadero y último reto al intelecto y carisma que solo el día que terminamos clases aseguramos haber tenido desde siempre. Si tuvo Ud el chance de estudiar en una universidad que de hecho sí guarda los papeles que llevó al momento de inscribirse considérese afortunado y haga una pequeña oración de agradecimiento al culminar el párrafo. De lo contrario, sabrá entonces que debe regresar a su alma mater y , con su mejor sonrisa, se acuerden o no de Ud, solicitar nuevamente toda su documentación. Se recomienda otra oración en este caso para que la misma no se haya extraviado.
Fotocopias fondo negro, notas, sellos, firmas, sellos sobre el sello aterior y la firma. Son trámites que sin mayor dificultad compiten con Cadivi, Sitme y hasta obtención de segunda nacionalidad y cambio de apellido juntos. Nos encantan los papeles, los timbres fiscales, todo en sus repectivas carpetas, ordenado, engrapado y numerado, gracias.
Debe poseer su constancia de registro militar. Independientemente de la polémica escuchada en los medios respecto si era o no obligatorio, al Ministerio de Educación poco le interesa en qué quedó la ley o Ledezma. Si desea Ud. ser Licenciado de la República, debe estar debidamente inscrito en alguna de las reservas de la Nación, esperar que no lo llamen a entregarle su casco y fusil antes de conseguir su primer empleo, y no protestar al respecto.
El primer trabajo, todo un tema para nosotros los recién graduados venezolanos. Nuestro primer contacto con el mundo laboral para la mayoría tuvo que ver con uno de los tantos requisitos de grado: la pasantía. Esa primera relación de subordinación laboral, usualmente no remunerada, que recordaremos por siempre. Comenzamos la primera semana con aires de grandeza de un adulto contemporáneo que se prepara para comerse al mundo. El cheque (si lo hubo) de quince y último nos hacían cuestionarnos si en vez de comernos el mundo nos alcanzaría para comernos alguna otra cosa. Si Ud tuvo la suerte de tener una pasantía no remunerada como la mía, tenemos el reconfortante pensamiento de que no tuvimos que sacar cuentas para ver para qué nos alcanzaba el sueldo. Qué viva el altruismo!
Eventualmente la pasantía se acaba y a pesar de recibir elogios miles por parte de nuestro equipo de trabajo, el presupuesto es limitado y no existen vacantes disponibles. No nos parece el fin del mundo. Agradecidos tomamos nuestras cosas y regresamos a casa con la intención de dar el próximo paso obligatorio: conseguir un buen post grado.
Es en este momento cuando nos acordamos que a pesar de haber sacado la carrera en el tiempo estipulado, mágicamente ya tenemos a la mitad de nuestros amigos en el exterior haciendo su post grado. Parece ser una carrera contra el tiempo, el que saque 3 post grados, se case y tenga al menos dos hijos antes de los 26, gana. Si con todo esto no lograste ser CEO de una compañía, no cuenta, igual pierdes.
Intentamos no sentirnos abrumados por la evidente competencia a nuestro alrededor. Con un buen café en mano nos sentamos una tarde libre a revisar qué depara el destino y Google para nosotros. Una lista descomunal de post grados salen a la vista y una lista aún más grande de requisitos de admisión nos hace considerar si eran verdaderamente tan complicados los trámites de graduación.
TOEFL, GMAT, LSAT, GRE, GS%T5*27!! Comienza uno a sudar y a anotar las cosas en un pedazo de papel. Es en este momento donde no le parece tan buena idea haber estudiado en un colegio bilingüe y tener sueños y aspiraciones tan altas. Momento de servirnos otro café más cargado que el anterior y disponernos a perder las siguientes dos semanas de nuestras vidas en una constante búsqueda por internet, solo para sentirnos cada día más confundido que el anterior.
Algunas personas están más claras respecto a lo que quieren. Nunca falta el cuento de alguien en la familia que antes de aprender a caminar dijo que quería ser doctor, tiene hoy en día 25 años y ya es neurocirujano con master en Standford y presidente de una fundación, producto de sus memorables días de rural con los pemones en Amazonas. Otros no tenemos la suerte de tenerlo todo tan claro y de esta manera tenemos la exquisita capacidad de sentirnos igualmente interesados por un master en Derechos Humanos, Comunicación Política o Contratación Internacional. ¿La relación entre ellos? Poco importa, solo sabemos que podríamos vernos en esas 3, y para ser perfectamente honestos en otras 15 áreas más.
¿Fracaso? Una inexorable pregunta que eventualmente hará su debut en esos 25 días de búsqueda en Google. Uno tan contento en su silla de pasante ganando 0Bf mensuales, sin tener que hacerse estas preguntas tan trascendentales. A todas estas uno se mantiene firme en la batalla, y sin temblarnos el pulso vamos tachando todas las universidades que no ofrecen programa de beca o no centra su ayuda financiera en estudiantes internacionales. Esto en el fondo nos sirve, terminamos eliminando unas cuantas, y a eso del quinto café decidimos que mañana será otro día.
¿Qué hacemos con esta carrera contra el tiempo de hoy en día? ¿En dónde quedó el tiempo de introspección y de dedicarnos a otras cosas que nos gustan? ¿No es acaso precisamente en este tiempo de recien graduados donde podemos darnos el lujo de conseguirlo sin presiones? Pues sorprendentemente, nuestros amigos/conocidos contemporáneos que están en la carrera de la vida también consiguen tiempo para sus hobbies sin dejar a un lado sus responsabilidades. Aquí nos viene a la mente la amiga en la universidad que trabaja 62 horas semanales en la Procter (Olvídense de la Ley Orgánica del Trabajo) y acaba de ganar un concurso a nivel nacional de poesía de donde le publicarán su trabajo y es instructora de yoga para niños los sábados. Muerte rotunda al pretexto de buscar tiempo para otras cosas. ¿Quién dijo que el día tenía 24 horas para todo el mundo? Si ella tiene tiempo para todo eso y además está comprometida ¿qué me da derecho a mi de perder mi tiempo?
En la aparente carrera contra el tiempo de mi generación, está la del anillo en mano a la brevedad. No obstante los avances culturales, los incontables logros históricos del movimiento feminista y las nuevas concepciones de globalización que amplían las posibilidades de cualquier mujer de mi edad en cualquier rincón del mundo, aquí queremos casarnos a la brevedad posible, con el novio de toda la vida o de hace seis meses, poco importa, pero casarnos, por favor. (Mantengo la narrativa en plural sólo por fines de armonía literaria, no me incluyo)
Venezolano en la dulce década de los 20 que no esté en una relación seria considerando planes de compromiso no está en nada. Quizás es mejor perseverar en esa búsqueda de post grado por internet, a ver si nos conseguimos un francés que no tenga la misma corredera que hay acá y nos deje tener una relación calmada, sin tener que pensar aún en el nombre del perrito de la casa que juntos vamos a comprar o si preferiremos piso de parquet o mármol.
Y así es la vida del recién graduado venezolano. Una probable/riesgosa pertenencia a la población flotante, un tiempo de introspección, un verse inmerso en un dinámica impuesta que puede o no gustarnos pero que al final del día nos rodea y se hace parte de nosotros. Estas sin duda no fueron las inquietudes de los recién graduados de hace algunas décadas, pero admitamos que aunque no la tenemos tan facil, no cambiaríamos esta caótica etapa por nada. Lo mejor está por venir.
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