Saborea una barquilla de fresa mientras desfila su vestido de verano estampado con olor a lavanda. El viento mueve su pelo mientras el Sol ilumina las pecas en su espalda descubierta. Lleva lentes de Sol de marca, y sostiene con su mano izquierda unas cuantas bolsas de los mejores diseñadores. Sus tacones altos estilizan su figura y acentúan la natural elegancia que ya corre por sus venas. Camina con un ritmo envidiable, con un movimiento de cintura armonioso y a la vez provocativo. Captura un sinfín de miradas pero ningún hombre se atreve a acercarse. Con sólo verla basta para sentirse más que afortunados. Contemplarla por más de unos minutos resultaría demasiado pedir, demasiado perfecto para ser verdad.
Así transcurren los días y cada tarde ella pasea por esta misma avenida disfrutando su barquilla....esperando el día en que pueda compartirla.
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