6 dic 2012

Despertar

Despertar de un letargo voluntaria y estúpidamente inducido. Abrir el blog empolvado y sentirme perdida en el espacio pues el formato del servidor cambió. Percatarme de que va casi medio año sin escribir, mi pasión. Hacer las paces con el hecho de no ser de esas personas increíblemente talentosas. Entender que no tiene nada de malo no compartir pasiones desbordadas por temas en particular ni leer asiduamente a los mismos autores. Saber conocerme, saber que no colecciono nada, no toco ningún instrumento ni me destaco en ningún deporte, solo escribo, humildemente escribo. Acordarme de que siempre he escrito, que es lo que me gusta, lo que de alguna forma me mueve algo por dentro. Abrir los ojos nuevamente después de una oscuridad disfrazada de día. Salir de la madriguera al mundo con la lección aprendida de que ni del amor ni el dolor debemos escapar, porque son ellos los que nos hacen sentir genuina y espectacularmente vivos. Afrontar que la vida es difícil pero que vale la pena luchar por lo que se quiere. Retomar mi eterna cruzada del postgrado afuera, ir al yoga, fotografiar un atardecer sin renunciar al sentimiento latente detrás del lente de la cámara. Aceptar que las obligaciones y la rutina se apoderan de nuestras vidas, sí, pero que debemos rodearnos de personas que hagan del tráfico infernal de las mañanas un simple escenario de fondo de una vida divina y bien vivida. Tener la valentía de arriesgar sabiendo que puedes perder y no quedarte en el espejismo de lo que aparenta comodidad. No tener miedo a enamorarse completo, saber que unas se ganan y otras se pierden, que cuando se pierde duele pero cuando se gana, se gana para siempre. Acostumbrarme a mis nuevas obligaciones, perder el miedo a crecer. Nunca más planificar mi futuro como si de una agenda de trabajo se tratase. Abrazar la incertidumbre y tener un poco más de fe en ella. Saberme capaz y confiar más en mi. No forzar lo que nunca fue, aprender el equilibrio entre no condicionarme por los paradigmas y saber cuándo hay que bajar la cabeza y aceptar las cosas como son. Nuevamente, perder el miedo. Aprender a reconocerme vulnerable, darle al orgullo su justo puesto en la escala de prioridades. Perdonar. Aceptar que todos venimos con equipaje pero que es aún mejor si logramos abrir el cierre de maleta y dejar objetos pesados e inútiles en el camino. Sonreír y no mirar atrás. Despertar. A veces por el cansancio o la tristeza dormimos más de lo que necesitamos, se nos pegan las sábanas, pero afortunadamente siempre nos espera el próximo día para darnos la oportunidad nuevamente de vivir despiertos.

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